17.2.11

El extraño caso del Gigoló pobre y la Meretriz menopáusica

Parecía otra noche más de terror, del terror de saber que nada pasaría. Ya eran más de 3 años de que el negocio se había ido al caño. Nadie entraba a ese prostíbulo inmundo; las chicas, que llegaron a ser suyas, habían emigrado al Salón de Table Dance de la acera de enfrente, donde tenían más éxito (es decir, ganaban más dinero). Y hoy ahí estaba él, sólo, sin nadie que estuviera tomando, ó bailando, ó encendiéndose. Solo una chica que acaba de llegar a la gran ciudad y que seguro se iría en menos de un mes, estaba ocupando uno de los cuartos. De pronto, apareció en su mesa, aquella que había sido su estrella 20 años atrás, esa misma que de tanto ajetreo, le ayudó a construir la fama de ese lugar, donde iba medio mundo: políticos, artistas, empresarios, maestros, deportistas, turistas y hasta ministros de culto religioso. Esa misma a la que en estos tiempos, las hormonas del amor la habían abandonado.


Comienzan a compartir una botella de whisky, además de la pena mutua que era ya no tener el éxito de antes. De pronto, ella sonríe como inspirada por el mismo demonio. Le propone un plan a él, le cuenta los pormenores, pasando de la incredulidad a la soberbia, decide cerrar el trato con ella. Sabía que vendría algo bueno para ellos.


Al día siguiente, ella pone una manta donde anuncia una serie de promociones que harían más atractiva la experiencia de pasar por sus piernas. Primero es un viejo al que le gusta pasear a su perro, luego una señora que va regresando del mandado, y los pocos minutos todo el pueblo ya murmuraba acerca de la última linea en su manta: "Si eres eyaculador precoz, pregunta por el descuento que le doy al alcalde".

El dueño del sitio, sale al corredor sorprendido de ver a la muchedumbre expectante que no dejaba de mirar la manta. Se acerca a ellos, la lee cuidadosamente; como poseído se lanza adentro del hostal y sólo se escuchan sus pasos subir la escalera. Patada a una puerta, gritos, vidrios rotos, y de nuevo sus pasos bajando la escalera. Y de pronto aparecen por el umbral, él jaloneándola y sacándola del lugar.

Ella le pregunta ¿Por qué?. Él le contesta que no va a permitir que se ventilen las intimidades de sus clientes, que en 20 años de negocio la discreción era su fuerte, que tenía un pacto entre caballeros con cada uno de sus clientes, que él había sido el artífice que hacía posible la realización de tantas fantasías y el responsable de que jamás se revelaran las perversiones y fetiches de sus parroquianos.

Ella le dice que está equivocado, que no está revelando nada, que le da la oportunidad de rectificar. Voltea a la muchedumbre y les pide apoyo a cambio de ofrecer sus servicios con descuento si logran convencer a su jefe de volverla a aceptar. Comienzan las rechiflas, las arengas, los insultos. El dueño del lugar les increpa diciendo que tiene pensado cerrar el negocio por que ya nadie va. La gente le promete regresar si él antes reinstala a esa mujer madura que aún vendiendo su cuerpo, jamás se rindió ante nadie.

Trato hecho. Risas, aplausos, porras, entrada triunfal, todos adentro, la felicidad total...del incidente ya pocos se acuerdan, sólo de vez en cuando, la esposa del alcalde creé escuchar murmuraciones a sus espaldas.

FIN


JLS, sin más que agregar

3 comentarios:

  1. Que grata sorpresa encontrar en le cibermar mensajes como este. Muy bien!

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  2. Nunca se pierde nada si se hace con dignidad....
    Un beso Santis!!
    Chivita_Siab ☺

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  3. jajaja, enorme crónica de Chairistegui, jajaj
    Creo que aplica para varios casos, ya me vendrán a la mente y se los comentaré.

    ¿Sabe?, no soy él único que supone que todo esto fue una treta del sr. dueño del burdel y la srita. .. y posiblemente de Pejehova y otros fans. Todos salieron beneficiados.

    Saludos.

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